LA NOCHE EN QUE JOSÉ MADERO CONQUISTÓ EL COLOSO DE REFORMA
Por Josué Castillo

Fue en punto de las 8:50 cuando las luces blancas del Auditorio Nacional se apagaron para dar paso a iluminar el escenario de tonalidades rojas. El escenario con una pantalla cóncava en forma de media luna proyecto las primeras imágenes mientras que al mismo tiempo los músicos de José Madero tomaban sus lugares para ofrecer una noche mágica. Segundos después hizo su aparición José Madero vestido con una sobria y elegante playera negra acompañada de un entallado pantalón gris oscuro y botas negras, al poco tiempo el público comenzó a gritar y los acordes de “Conversaciones sobre anatomía” empezaron a sonar en el renovado sistema de audio del auditorio.
El recinto se encontraba lleno cuando llego la tercera canción e hizo estallar los gritos del público, “Plural siendo singular” fue la razón para que la emoción se desbordara a través del coro de la gente acompañando a José. Al terminar la canción las primeras ovaciones del publico comenzaron a sonar gritando el sobrenombre del solista “¡Pepe, Pepe, Pepe!”, sin embargó José no se inmuto y muy concentrado en su repertorio tomo su armónica para tocar “Noche de brujas”.
La zona general que se encontraba de pie frente al escenario enloqueció cuando José bajo a caminar entre el público cantando “Solo a terceros” y aprovecho para saludar y cantarle a los fans, posteriormente, en la siguiente canción sonó “El ser supremo” y cada una de las butacas del auditorio se iluminaron con las luces del celular haciendo movimientos de derecha a izquierda regalándonos una de las mejores postales de la noche.
Después de poco más de 15 canciones una chica rubia vestida en una falda y medias negras dejo su guitarra y acompaño a José para cantar un par de canciones, entre ellas “Codependientes” haciendo vibrar el escenario de una manera sentimental.
Recital estuvo acompañado de alrededor de 30 canciones donde pudimos observar a un José Madero relajado, tranquilo y con pocas expresiones, pero siempre sonriente a la hora de cantar, sentimientos que transmitía a su público quien se mantenía sincronizado con él. Los fans se mantenían serenos mientras sonaban las canciones, pero se volvían explosivos cundo iniciaban las notas de cada canción. ¿Qué podemos esperar de José Madero en sus siguientes presentaciones? Sin duda una noche mágica, tranquila y llena de mucho sentimentalismo a lo largo de sus canciones, con un José con poca interacción con el público, pero siempre entregado y con suficiente energía para satisfacer a sus seguidores.